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ESPURRIO DE LETRAS

El Casi Vate; espurriado por el espumarajo soez regurgitado desde la bocacha de algunos esmirriados, pensó simplemente que se trataba de los decantadores de historietas adoquinadas en techos de broza. Hizo su propio análisis del panorama de “LA LITERADURA”; a propósito de su nueva relación como amante de los oleajes. Afirma que una de las razones esgrimidas viene de un nuevo precepto carcomido por su iniciativa “nunca hubo una ola tan venturosa como aquella de la noche aquella; ni nadie capaz de surfearla”

Actualizada hoy después de ayer por Vegeth Ariano (www.mascahuin.cl)
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Fuente : La Cuncuna en la Cuneta

Su gran escabeche literario, siempre ha sido evitar sazonar la sopa de letras cómo lo hacen algunos con energías maratónicas en el cuartel de las editoriales centrifugadas. La verdad es que no podría ser tan descerrajado como aquel que; entre su propia sandez señera colgaba candelas con fierros de dos pulgadas oxidadas. Hacía esto por que deseaba esparcir la tenue luz artificial dentro de sus profundas oscuridades literarias. Nos recuerda este mismo atormentado, que ni siquiera fue capaz de aportar algo bueno a su esmirriada vida de Vate carcomido. Y para ello cito la columna invertebrada de su autoría donde sacaba cueros y padrones a los descalibrados Agentes de la Poesía. Ahí sólo le alcanzaba para hacer la manicure a aquellos olvidadizos de escueta biografía. Pequeños retratos como los descritas en sus octavos de cuartillas y en otros cuchitriles, donde delata a aquellos que se atrevieron a permanecer en antologías paridas en cuartos de amoríos despilfarrados. Por su lado; el Casi Vate nos aclara que su precario matiz no se cuece en aguas servidas, ni sus habas las cuece en pucheros descoloridos por falta de calzados. Así somos los refugiados que huimos de la Trifulca de la Escoba; así nos comportamos quienes nos escabullimos de aquella eterna lid destructiva; recordando que esto último no hace otra cosa que trancar la belleza del amor a las palabras. Nadie aparece como si nada en la ensalada con papas cocidas. Sin embargo fue ella la que provocó la respuesta que esperaba; usando incluso sus encantos gastronómicos mezclados con sabores etílicos y olores de butifarras; sin mencionar los aromas de cazuelas perfumadas con aliños ancestrales. Agregó a esto último, señales ruteras conducentes al mediterránico desierto capricorniano. Algo que parece ser oleajes nocturnos abrazándose a los roquedales, como si se tratase de una historia romántica con fogatas y encrucijadas. En aquel momento de fragores y bocanadas de nicotina se paralizaron los latidos; y esto fue tan sólo por querer verte desnuda en mis cuartillas. Así asomaron las propuestas disparejas aclaradas solamente en las amanecidas. Aquellos albores con sabores cotidianos se vinieron a mis brazos desabrochados, y desnudos se posaron en mi pecho detrás de las montañas enroscadas. En cada cita de subrepticias huidas se pasan cuentas por fragmentación craneal desorbitada; y lo suyo se trata de una enfermedad atribuida a la colisión inaudible de los palpitares cuánticos por efecto del choque de neutrones eclipsados. Y esto es algo que sólo subyace dentro de una manzana mecanizada. Es como si se tratase de no dejar rastros sosegados en una tierra desierta; pero que de árida, ciertamente no lo es. Ahora hay muchas soluciones para esta enfermedad que suele despertar lejos de su origen y, que nos lleva a pensar en el regreso a las tierras cactáceas donde la gente quiere y extraña a sus coterráneos. Es la misma Agente de la Poesía que le está cobrando ahora todos sus desvelos y silencios. El mundo de las letras no se circunscribe solamente a los diccionarios y las políticas editoriales de pasquines y tirajes. Todos ellos se quejan del mal del ojo, y del insulso insulto a la degradación de una descripción notarial de las páginas amarillas. Ni siquiera la poesía es capaz de tirar tanto papel al botadero sin reciclar, como lo hace aquel del silencio encuevado en los rincones de un hogar absorbido por la razón; una razón arremolinada a los pies de una ciudad humedecida por el oleaje salino, y que la mar infinita pareciera asustarlo. Y mientras todos deambulan como zombies caminantes por las urbes; oscuras Gárgolas revolotean los cielos de sus propios espacios aéreos bombardeando con nutrientes las rocosas cáscaras minerales, y las pistas de atletas construidas para caminantes de los últimos “cuartos de hora”. Y ella me mira y me añora. Y yo la sueño como si fuese una bailarina de volátil dilema sobre unas tablas de teatro destemplado. Y nadie es capaz de encestar una lata de cerveza en el boquete de una botella con sabores vinosos. Y nadie es capaz de escribir como lo hace el vate del caliche desangrado; si no se hace como él ¡Por favor; no aspiren a un premio” ¡Es mi simple opinión! De no ser así, el mundo de “La Literadura” también terminaría por imponer sus propias premiaciones; invitando para ello a un jurado curado de espanto y con rulos de billetes que se pueden canjear en jugarretas infantiles. ¡Miren! En Bancos de Plazas se acomodan usuarios de suculentas pensiones y añejados pasatiempos; y a otros les acomodan los cartones que les sirven de cobertores para cubrirse de la intemperie. Suena siútico, pero no lo es: se trata de un asunto de violencia literaria que realiza un descarnado retrato de la “Suciedad de los Poetas”, indicó el Casi Vate, sumando a esto la falta de respeto que existe por la claridad ilimitada de la novia descarrilada. Huyamos de lo que provoca el término descrito. Busquemos mejor ese destino lejos de la civilización donde no hay grupos burgueses, ni menos desalojados por mentiras piadosas. Es mejor y recomendable guarecerse en el Mítico Refugio de los caballeros que sólo saben amar, por que de lo contrario terminaran en la punta de un morro como les sucede a las oscuras gárgolas que planean la carroña. Es fácil que se expanda la noción de la novia abandonada o el síndrome del novio que se queda esperando la carroza. El término se difumina en las alcobas tristes de la soledad; y muchos despistados ni siquiera se dan cuenta del desalojo descontrolado que existe, desde mucho antes del desplumado aletazo.
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